03 junio, 2009

Breve entorno cultural a inicios de la república

Los intelectuales de la generación republicana, definen un conjunto de preocupaciones ideo-estéticas que buscan reintegrar las líneas de la cubanía. Es por eso que se ven inclinados hacia escritores con trayectoria, a Martí y a figuras como Julián del Casal y la Avellaneda. A su vez reinician publicaciones que estuvieron muy involucradas con la idea de la nacionalidad y de la patria durante la colonia, como por ejemplo, la Revista Bimestre Cubana y Cuba Contemporánea .
Existen varios estudios cubanos que coinciden al afirmar, que esta es una etapa de crisis en la cultura nacional y es en la literatura donde se expresarán con más vigor los valores nacionales. La novelística de Jesús Castellanos, Carlos Loveira, la poesía de Poveda, Boti, Acosta, la ensayística de Varona, Sanguily y aquella de los nuevos intelectuales como Fernando Ortiz o Roig de Leuchsenring serán portadoras de ideas renovadoras.
La atmósfera cultural contribuyó a fomentar en los intelectuales un ansia por descubrir modernos horizontes. La nueva generación de novelistas, poetas, compositores y folcloristas intentan crear una identidad cubana a travès de la ivestigación de la herencia africana, así como de la cultura blanca y humilde de los guajiros.
Una manifestación cultural pero de tipo popular al igual que en muchos países de América Latina, serán las décimas. En las condiciones de la república, el trovador guajiro será el difusor principal de las maneras de sentir del campesinado y del proletariado rural. La función de la décima será la de informar a la población campesina hechos de carácter general o local. Durante la guerra de independencia las décimas con contenido patriótico creadas por los mambises y libertos se encontraban en la clandestinidad. Aparecerán nuevamente durante los años republicanos y el medio de divulgación principal de las composiciones musicales será la prensa humorística.
De la música en la primera generación republicana se debe señalar que será más fértil en su manifestación popular y trovadoresca. Coexisten figuras destacadas, exponentes del cancionero criollo, como Sindo Garay, Moisés Simons, autor del son pregón El Manisero y Manuel Corona. El baile del danzón deja de bailarse, mientras tanto las jazz band irán haciendo su aparición en Cuba. Hay una incidencia de bailes americanos como el charleston o el two steps, pero las clases populares seguirán, literalmente, bailando el son.
Con relación a las artes plásticas Marcelo Pogolotti brinda un recuento sobre las vicisitudes por las que atraviesa la pintura en las primeras décadas de la republica neocolonial. Subraya la situación en la que se encontraban los pintores y destaca el modo en que la generación de los primeros años se amoldó al gusto burgués:

De todas las artes, las más preteridas eran las plásticas. Aquí el panorama era sencillamente desolado. No se vislumbra la menor originalidad ni asomo de intento de buscar una modalidad adecuada a lo cubano. Campeaba el lodoso academismo español y el desvaído neoacademismo italiano. Si se abordaba un tema local, era con óptica napolitana. Los pintores no pensaban sino en vivir de una cátedra de San Alejandro con el menor esfuerzo posible en la más estéril rutina. Atrincherados detrás de la Academia combatían toda innovación, temerosos de que lo nuevo habría de costarles, tarde o temprano, su jugoso usufructo, como así habría de suceder, en efecto, a la vuelta de largos años de lucha. Ni siquiera el impresionismo logró infiltrarse en su predio [...]. Por lo demás, la parte culta de la burguesía autonomista e independentista, arruinada por la guerra de liberación, no poseía los medios económicos ni estaba mentalmente preparada para sostener un movimiento cubano de renovación artística. No había, pues, coleccionistas [...].
(Marcelo Pogolotti, Del Barro y las voces, Ed. Uneac, La Habana, 1968.