11 julio, 2009

La campiña en la pintura cubana del pasado

Desde el costumbrismo, se produce una nueva tendencia de orientación en la pintura cubana que tuvo como tema principal el paisaje.
El paisaje como sujeto, comienza a ser tema de interés a partir del pintor Esteban Chartrand. El asunto primordial se centra en el campo cubano y precisamente en el ingenio azucarero. Algunos, por ejemplo los del mismo Chartand, serán iluminados con una luz tenue que casi pareciera un ambiente apagado*1.

Este tipo de luz evoca una sensación de tranquilidad y al mismo tiempo es imposible pensar que en el campo se realicen trabajos fuertes ni que exista algún tipo de violencia. Lo mismo sucede cuando transporta la fauna, o un platanal, las gallinas, o un bohío al lienzo. No hay ningún sentido de la luz cubana:


[...] con una luz ajena a los hirientes rayos de nuestro sol tropical [...]*2

O como explica Adelaida de Juan:


El romanticismo traducido a nuestro campo se convierte en una visión idílica de una Arcadia con palmeras.*3

Otro artista importante que pinta paisajes será Federico Mialhe y su importancia principalmente radica, en que también integra sus cuadros con hombres campesinos.
La temática del guajiro, aparece tardíamente en la plástica cubana. En la pintura del siglo XIX no existen todavía rasgos temáticos, ni búsqueda de nacionalidad. La pintura académica de San Alejandro en relación con este tema, tuvo antecedentes solo en los grabados realizados por extranjeros que estuvieron de paso por la isla. Igualmente los grabados hechos por extranjeros y criollos se encomiendan a las principales industrias. Tal es el caso de la industria tabacalera. Las lujosas cajas de tabaco, destinadas a la exportación representan en sus cromos y en la marca, argumentos estereotipados.
Hacia la década del 80 en el siglo XIX, el guajiro cubano se convierte en el tipo físico y moral idóneo para vehicular ciertos valores positivos en un contexto esclavista donde otras figuras humanas, como la del negro, no tendrán suficiente espacio. En tal sentido cabe precisar que los grabadores, Laplante, famoso por ser un notable paisajista y el costumbrista Landaluze, si desarrollan la temática negra. Landaluze captó escenas de tipicismo criollo y delineó una figura del guajiro cubano.
Las litografías que realiza para Tipos y costumbres (La Habana, 1881) tienen una gran verosimilitud, mas las versiones que da del campesino están llenas de ingenuidad y nunca lo presenta frente al duro trabajo.
En los inicios del siglo XX al campesino se le ve entrar en su verdadero contexto ocupado en sus quehaceres cotidianos, en las obras de Menocal y en otros autores contemporáneos a él. Sin embargo se puede afirmar que aún existe cierto pintoresquismo en la pintura:

[...] campesinos concebidos dentro de un marco costumbrista, en los que no se recrearían sus sentimientos y visión del mundo, sino solo sus hábitos, rasgos físicos y vestimentas, así como combates de nuestras guerras de independencia [...]*4

Estos pintores serán la transición que da paso a la pintura moderna en Cuba:

El primer cuarto del siglo XX, transcurre en lo artístico y grosso modo, sin pena ni gloria. La Academia sobre los hombros de Melero, Menocal, Romañach y Tejada, traspone los umbrales del siglo y arrastra penosamente su precaria existencia. Ya no tiene nada que decir .*5

*1Cit. Adelaida de Juan, Pintura Cubana: Temas y variaciones, Ed. Unión, La Habana, 1978.
*2Orlando Montero, «Campesinos en el Museo Nacional», Verde Olivo, N° 17, Año 21, La Habana, 23 mayo 1976.
*3Adelaida de Juan, Op. cit.
*4Jorge Ibarra, Un análisis psicosocial del cubano: 1898-1925, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1985.
*5Jorge Rigol, Apuntes sobre la pintura y el grabado en Cuba (de los orígenes a 1927), Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1982.